Hay un momento en Valerian and the City of a Thousand Planets donde Dane DeHaan, sentado en un stripclub intergaláctico, ve a Rihanna bailar en un escenario. Mientras tanto, Ethan Hawke, vestido como lo que sólo se puede describir como un vaquero neón, se sienta en un piano y ríe maniaticamente. Lo creas o no, esta es una de las cosas menos surrealistas que verás en la última película de ciencia ficción de Luc Besson.

Adaptado de la larga serie de cómics franceses publicada hace 50 años, Valerian marca el regreso de Besson al territorio del Quinto Elemento: es colorida, rápida y por pequeños momentos cómica. De hecho, Valerian es tan extraña que hace parecer al Quinto Elemento o cualquier otra ópera espacial que puedas nombrar – Guardianes de la Galaxia, Star Wars –  algo conservadoras.

Centenares de años en el futuro, cuando los humanos se han ramificado a otros planetas Valerian (Dane DeHaan) y su pareja Laureline (Cara Delevigne) patrullan la galaxia, sirviendo a los intereses de la Federación Humana. Liderada por el alarmante y severo Comandante Filitt (Clive Owen). Valerian está encargado de recuperar a una criatura rarísima llamada Convertidor de un grupo de contrabandistas del mercado negro, y descubre que la pequeña criatura parecida a un armadillo pertenecía a una raza de alienígenas benignos que se pensaban extintos. Mientras las fuerzas rivales luchan por el control del Convertidor, Valerian y Laureline se dan cuenta de que hay algún tipo de conspiración en marcha. Muchas otras cosas suceden, y la mayoría de esas cosas son casi imposibles de explicar en términos racionales.

 

Con un presupuesto de más de 200 millones de dólares, convirtiéndose en la película más cara producida en Francia, Besson construyen un mundo con mercados invisibles que sólo se pueden ver con el uso de cascos especiales, armas que disparan pesadas bolas magnéticas, armas que disparan moco verde. Hay vastas criaturas que vagan por un suelo marino alienígena. Rihanna puede cambiar de formas. Un punto alto de la peli es ver a Cara Delevigne meter la cabeza dentro de una medusa que puede predecir el futuro.

Valerian es una película desenfrenada, salvajemente imaginativa, pero la desventaja de todas esas ideas creativas es que la trama nunca se pone en marcha, y cuando parece que las cosas empiezan a suceder la película se detiene completamente en lo que se siente como un total de cinco minutos de Rihanna haciendo su mejor intento de Moulin Rouge.

Cara Delevigne, por otro lado, tiene un gran valor como Laureline, que en muchos aspectos es el verdadero héroe de la película y es difícil de entender por qué Besson no le dio el mismo protagonismo en el Título (la película podría haber sido fácilmente llamada Valerian y Laureline, como en los cómics). Dane DeHaan como Valerian es menos carismático que Delevigne; que no le llega a los talones a otros protagonistas espaciales como Harrison Ford o Chris Pratt.

Los efectos visuales son también una mezcla de todo; Algunos son hermosos, pero otros diseños de personajes y animaciones se ven un poco rígidos. Es un resultado, quizás, del gran número de secuencias de VFX abarrotadas en la película; Incluso para una película de este presupuesto, esto es algo ambicioso, y es quizás sorprendente que Besson se sobreponga a sí mismo a veces.

A pesar de todo, hay un cierto encanto desagradable en Valerian. Sentado en la oscuridad de un cine, es difícil creer que ese mundo existe; Se ve como algo irradiado en otra dimensión – uno donde es normal ver trillizos de gárgolas caminar alrededor de naves espaciales, hablando tonterías.

Como podrás pensar, Valerian no es una película para todos, y sólo podemos adivinar cómo las audiencias globales reaccionaran a esta fantasía espacial amplificada. Podemos decir con seguridad que Valerian es diferente de cualquier otra cosa que verás en un cine este año, y vale la pena verla sólo para apreciar plenamente lo curioso que todo este mundo es. Esta es una película, después de todo, donde un armadillo espacial agresivamente defeca perlas mágicas.